sábado, 28 de agosto de 2010

Ajedrez y un poco de filosofía práctica

Reflexiones de Enrique Biedma.
Al parecer, a Einstein no le gustaba el espíritu tan competitivo que él observaba en el mundo del ajedrez. Personalmente, a mí tampoco me ha gustado nunca, aunque, con toda buena fe, admito haberme dejado llevar muchas veces por él, y dejarme arrastrar por el ambiente a veces febril de los torneos de ajedrez, siempre persiguiendo un resultado, una culminación de algo, o quizá la felicidad. Pues sí, también decía Tarrasch que el ajedrez, como el amor, como la música, tiene la virtud de hacer felices a los hombres.Felices, sí, pero sólo cuando somos capaces de jugar por puro amor al ajedrez.
Esos momentos son raros, y entonces uno tiene la sensación de asomarse a un mundo, el mundo de las 64 casillas, que tiene esa belleza que es tan peculiar, y que ha fascinado, subyugado y enamorado a tantas mentes. Muchos han permanecido fieles al ajedrez hasta el fin de sus días. Otros, la mayoría, los que sólo pensaban en los resultados deportivos, terminan hastiados y terminan dejándolo.
En este torneo por equipos en el que he participado, el campeonato de España, uno se ha llevado la sorpresa de sentir algo que no es común en los torneos: un sentimiento de verdadera camaradería, de solidaridad. Esos momentos son, otra vez, raros, y por ende son especiales, y por eso este campeonato ha sido especial para mí.... aunque, si me permiten ustedes esta banal confidencia, la primera noche apenas pude dormir por una circunstancia que no viene al caso y que no relataré aquí. Diego, el presidente de nuestro club, vino a mi "rescate", y gracias a su atención pude jugar el torneo. Gracias, Diego, siempre te lo agradeceré.
Una vez dijo Bronstein: "por lo que veo, el ajedrez competitivo no es para mí". Esa frase encierra, a mi modo de ver, un profundo significado. Si él era sincero o no, es algo que no puedo decir. Quizá fue la expresión de una frustración íntima, o quizá, y así me gusta pensarlo, el inicio de una relación distinta con el ajedrez, una relación más alta. Me gustaba Bronstein cuando decía que nunca fue su objetivo derrotar a Botvinnik y proclamarse campeón del mundo, sino demostrar que se podía jugar al ajedrez de otra forma. Frente a la escuela soviética de ajedrez, cuyo padre fue Botvinnik, basada en el análisis casi matemático de las aperturas y de los finales de partida, Bronstein demostró que el ajedrez, antes que un deporte, puede muy bien ser considerado un arte. Y, ya ven ustedes, cuando se juega en un gran club como en el que yo estoy gracias a Diego, esas reflexiones pueden vivenciarse directamente y demostrarse uno a sí mismo que, efectivamente, el ajedrez se puede vivir de otra forma."

2 comentarios:

  1. Enrique, me ha gustado mucho lo que expresas en estas líneas. Un saludos para todos y...nos vemos pronto¡¡¡
    Paco Bahamonde

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  2. ¡Joder! Y perdón por la exclamación, pero es que me ha encantado tanto la lectura que nuestro amigo Biedma nos ha regalado, que hasta se me ha escapado esta exclamación.

    ¡Fabulosa tu entrada, Biedma! con su tono de personalidad... Pero a algunos, los más curiosos, nos tendrá que decir algún día, qué ocurrió aquella noche.

    Te invito desde aquí a seguir escribiendo y deleitándonos... Gracias ¡chaval!

    Salud: Leonardo.

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