sábado, 5 de noviembre de 2011

RECTIFICACIÓN.

Después de leer el comentario de mi amigo Diego Gómez a mi último artículo, he de admitir mi poca objetividad al escribir sobre Bobby Fischer, artículo que he decidido suprimir. Como bien dice Diego, las declaraciones antisemitas de Fischer, pronunciadas el fatídico 11 de septiembre de 2001, son inadmisibles, así como la alegría que manifiestó ante el atentado terrorista, en el que murieron muchas personas. Fischer, estoy de acuerdo con Diego, no estaba "loco", aunque probablemente muchos profanos en Psicología o Psiquiatría estarían, y lo han estado, prestos a etiquetarle como tal, para eximirle de responsabilidad. Y muchos psiquiatras tampoco tendrían inconveniente en decir que Fischer padecía, quizá, de un delirio de persecución. Mi punto de vista personal es éste: Fischer demuestra inhumanidad ante el atentado terrorista, y esa ausencia absoluta de la más elemental compasión ante el sufrimiento humano, no tiene justificación alguna. Admito mi error en los comentarios poco objetivos que escribí sobre Fischer, admito haberle idealizado, por eso he suprimido el artículo. Quedémonos mejor con sus brillantes partidas, y preguntémonos lo siguiente: ¿jugar bien al ajedrez nos hace mejores personas? Quizá nos haga más inteligentes en alguna dirección concreta, pero nada más. Las vidas de los grandes genios del ajedrez lo demuestra. Bobby Fischer era un genio, pero ¿qué significa eso en realidad? Incluso un genio como Albert Einstein sólo usaba un 10% de su capacidad cerebral. También Einstein, como Fischer, ha sido mistificado; sin embargo, contribuyó a la creación de la bomba atómica. En fin, este es un tema que da para escribir un libro, y que tiene que ver con la Psicología y también con la Filosofía y, más que nada, con una reflexión personal inteligente. Personalmente veo en el ajedrez una actividad artística que despierta en nosotros un interés "per se", lo cual debería ser suficiente, desde mi punto de vista.

2 comentarios:

  1. ¡Hombre! Diego y Enrique… o Enrique y Diego: Cuando se dice o escribe algo sobre el jugador de ajedrez Bobby Fischer, se puede hablar de él como tal, como genio del ajedrez que era y, por eso, admirado por muchos. Ese don que tenía para entender el ajedrez no se lo va a quitar nadie. Pero también se pueden escribir libros y libros sobre sus otras facetas… esas más negativas. No estamos aquí para juzgar esos otros aspectos tan negativos que el genio tenía.
    Yo sigo pensando que en esa otra faceta de su vida, Fischer estaba loco, fuera de lo racional… por muy “cabreado” (por decir algo) que estuviera con… ¿Con quién? o ¿Con qué? Y que le llevó a decir (no sé si pensar, o sentir) las barbaridades que dijo.
    No obstante, tu artículo, Enrique, pienso que debería volver al blog; si no como estaba, porque haya podido generar algún mal entendido, sí algo corregido… quedándonos con el Fischer, genio del ajedrez… y la brillantez de sus partidas, de las cuales, los grandes Maestros del ajedrez, como tú, Enrique, sin duda habréis aprendido muchísimo.

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  2. Como ya te dije, Enrique, tu artículo era valioso, por aportar a muchos interesados en el ajedrez un acercamiento a un personaje tan interesante como el del americano, y por su calidad intrínseca. No era necesario borrarlo ni rectificarlo, ya que además el generar debate es otra virtud. Pero has ejercido tu potestad como autor. Creo que en cualquier caso, hay mucho que discutir sobre cuestiones morales relacionadas con el "caso Fischer", así como las relacionadas con la psiquiatría y con la historia mundial de la segunda parte del siglo XX en la que Fischer fue protagonista.
    No te acuses de falta de objetividad, porque no es verdad. Lo que ocurre que es un tema tan rico como polémico.

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