miércoles, 9 de marzo de 2011

Ajedrez y educación, un punto de vista diferente

Por Enrique Biedma Martín
Quede claro que lo que expresaré aquí es exclusivamente mi punto de vista PERSONAL, y no hablo, pues, en nombre de nadie, aunque sienta esto como una obligación moral, un imperativo categórico, como decía Kant. Al leer el último artículo de nuestro amigo Leonardo, persona que tiene un merecido aprecio en nuestro club (y el mío personal, pues es persona siempre amable y cordial), he creído percibir un debate que ha surgido en torno al sentido de la competición en ajedrez. Después de leerlo detenidamente y ver, con sorpresa, que algunos padres lo suscriben, quisiera expresar lo siguiente con el permiso de Leonardo, sabiendo que él es persona abierta y tolerante y escucha todas las observaciones (que no críticas).Por supuesto que todos los niños, y todos los seres humanos, tienen todo el derecho a ser apreciados y reconocedores de valía. Así se recoge en la Declaración Universal de Derechos Humanos, y en todo caso, es una verdad evidente en sí misma. Amigo Leonardo, dices que en la vida hay ganadores y perdedores, lo cual es un hecho. ¿No te parece que uno de los objetivos de la educación es ir más allá de eso, trascenderlo? ¿Qué sucede cuando en la educación se comparan a los niños entre sí? Que los niños, las personas, dejan de ser valoradas por el mero hecho de ser personas. Seamos sinceros y absolutamente francos: el deseo de comparación, el deseo de ser mejor que el otro, hace que perdamos nuestro valor inherente, hace que perdamos el sentido de la verdadera amistad, el verdadero afecto y el sentido de la solidaridad y la cooperación entre los seres humanos, sentido que no hemos tenido nunca a lo largo de la historia; siendo así, fomentamos, en cambio, la competitividad (en el ajedrez o en cualquier otro ámbito de la vida), y contribuimos a construir y perpetuar una sociedad donde el hombre está contra el hombre. Sí, si amásemos de verdad a nuestros niños, no fomentaríamos en ellos el sentido de la competencia. Sin embargo, hacemos lo contrario, siendo egoístas e insolidarios (generalizo, no personalizo en nadie pues hay muchas excepciones), fomentamos en nuestros niños ese mismo espíritu. No ayudamos, pues, a nuestros hijos a que descubran cuál es su verdadera vocación, qué es aquello que realmente aman, y que así se sientan realizados verdaderamente. El otro camino, el camino de la competición, es el camino de la frustración, crearemos inevitablemente seres humanos frustrados e infelices. Personalmente diré que he sido cinco veces campeón de Huelva, y he ganado muchas veces a maestros internacionales y grandes maestros, y he ganado muchos torneos (y he "fracasado" en muchos otros), y he perdido partidas que estaban completamente ganadas. A nada de eso doy importancia, porque no la tiene. Siempre he sentido que he jugado, y juego, al ajedrez porque me gusta, eso es todo. Claro que juego a ganar, sí, contra las piezas, no contra la persona, no hago de eso algo personal, no proyecto en eso un "ego" siempre limitado, ni me siento superior (o inferior) a nadie. Juego contra las piezas y soy uno más, y creo que cuando uno hace algo porque ama lo que hace, es suficiente. Cuando no amo lo que hago y me siento frustrado, entonces estoy toda la vida persiguiendo resultados. Y esos resultados nunca llegan, porque siempre habrá alguien mejor que yo, siempre habrá ese torneo en el que no quedaré bien en la tabla de la clasificación. ¿No puedo ir más allá de eso? Creo que sí. Personalmente, tanto si gano como si pierdo, mi estado de ánimo es el mismo. ¿Por qué habría de ser diferente? Yo sé que soy un buen jugador de ajedrez, y eso es todo. Y no jugar bien al ajedrez no deja de ser algo relativo. Yo siento que juego bien, pero si jugase con Kasparov quizá sentiría que no sé jugar en realidad. Todo es relativo, pues si no me comparo con nadie, soy lo que soy y punto. Eso es, creo, lo que hemos de fomentar en los niños, y no "desde el principio mismo" fomentar en ellos la búsqueda de medallas y trofeos, lo cual es un añadido que no tiene importancia, excepto para satisfacer nuestra vanidad (la de algunos padres) y el deseo de ser importantes, más importantes que el prójimo. ¿Es ése el objetivo de la educación? Sé de sobra que muy, muy pocas personas estarán de acuerdo con lo que digo, sé en qué mundo vivo. El espíritu competiivo existe en todos los ámbitos de la vida, no sólo delante de un tablero de ajedrez o en los negocios. Incluso en el ámbito llamado religioso: el sacerdote que quiere ser obispo, y éste cardenal, y el cardenal quiere ser el Papa. Siempre vamos por la vida buscando una realización, esperando algo, acumulando títulos, como el que acumula trofeos o dinero, no hacemos nada en sí mismo, ni vivimos con sencillez y un poco de amor y de delite en nuestro corazón. Ser creativo es sentirse realizado, y entonces surgen los grandes logros, literarios, artísticos o filosóficos. Sé que muy, muy pocos estarán de acuerdo con ésto. Sólo deseo expresar lo que pienso, nada más. No es mi intención abrir o "desencadenar" ningún debate. Me ha animado a escribir el haber percibido en Leonardo el deseo sincero de "no tirar a la papelera" las observaciones (no críticas) que puedan llegarle. Se lo agradezco, pues personalmente sólo me mueve el deseo de ver feliz a todo el mundo, sobre todo a los niños, y los niños son felices (ganen o pierdan) si les enseñamos a ser felices (y a afrontar con inteligencia y comprensión las inevitables pérdidas de la vida), así esos niños crearán mañana un mundo mejor que el que ahora tenemos. Esa es nuestra obligación moral, nuestro imperativo ético. Si no, tendremos más de lo mismo.

11 comentarios:

  1. Primeramente, muchas felicidades por la publicación. Y muchisiiiimas gracias por colgarla en el blog, así hemos podido disfrutar con su lectura.
    Me alegro que tenga esa forma de ver la infancia, que yo comporta 100% contigo.
    Si fueran mucho los que piesan como tú, nuestra sociedad seria diferente.
    Hoy los niños compiten por todo, igual que sus mayores, que compiten en todos los ámbitos de la vida, profesionalmente, socialmente, familiarmente,...
    Esta competitividad lo único que está consiguiendo es, elevar el grado de frustación, lo que reduce el palcer de vivir.
    Es una pena que no se disfrute aprendiendo o que se aprenda para ganar, con lo satifactorio que es aprender para crecer como persona.
    Si educaramos a nuestros niños en valores más sociales, tendriamos niños y padres más felices. No es una pena que nuestros hijos tengan que ser los mejores en todos y además lo tengan que demostrar día a día, cuando ellos desde que vienen a este mundo son los mejores por cada uno es diferente y cada uno tiene un proyecto de vida diferente, en nosotros está acompañarlos en la elaboración de dicho proyecto con honestidad, respeto, empatía, humildad, sinceridad,....
    Yo no conocía el ajedrez y de manos de mi hijo he conocido un juego, que mi hijo le apasiona, pero le apasiona aprender, hasta ahora mantiene su sonrisa pierda o gane, cuando esto deje de suceder, me plantearé su continuidad en esta aficción.
    Aún la competitividad no es su principal objetivo, claro que lo que yo veo en los distintos torneos, competiciones, de otros niños no es lo mismo y eso a mi, me preocupa. Además soy testigo de algunos adultos que fomentan este tipo de actitudes y aún me gusta menos.
    En fin, espero leer más publicaciones de este tipo, con tanta honestidad, sinceridad, sobre todo cargada de verdad, basada en la experiencia y desde el corazón.
    Muchas gracias por compartir (con quien los quiera leer) tus opiniones.

    ResponderEliminar
  2. Soy padre de ajedrecistas, y para empezar el debate me apasiona porque intento enseñarles lo que es mejor, que por otro lado es lo mas dificil. Tengo claro que cuando alguno gana algo, les digo muy bien y cuando no lo hacen les digo hay que mejorar, si quieres ganar. Esto para mi es lo fundamental, pretendo que ellos en el ajedrez como luego lo haran en la vida consigan objetivos y por tanto tengan premios y que si no lo consigen redoblen esfuerzos para conseguirlo. Por tanto aunque en una partida de ajedrez tengas un rival en frente en realidad de lo que se trata es de superarse a uno mismo

    ResponderEliminar
  3. Fabuloso. Estupendo el artículo de Enrique Biedma. No caen sus palabras en "papelera alguna". ¡Cómo van a caer viniendo de "un grande de Huelva"! Sus palabras tiene mucho valor... y ya han generado (con este) tres comentarios. Ojalá haya muchas más personas (desconocidas o no, atrevidas o no) que nos den su parecer sobre este candente e importantísimo tema: "Ajedrez y educación, un punto de vista diferente".

    No quiero extenderme más. Hoy no. Pero solo añadir que diariamente estoy rodeado de niños y no puedo evitar comparar a unos y otros, o a unos con otros: Desde el que me dice llorando, "Maestro: este me ha pegado"; al que se defiende, malintencionadamente, "saltando" con un: "Maestro: yo no he sido"; cuando en presencia mía la acababa de arrear un tortazo de aúpa.

    ¡Cómo no querer que fulanito compita y le gane en "ser más bueno o mejor" que menganito!

    Así que acabo gritando: "Pero, chiquillo, no te he repetido veinte mil veces que no se pega"... Os aseguro que en ese momento el niño ya no me oye, y por uno le entra y por el otro le sale.

    Educar. ¡Qué difícil tarea! ¿Y se puede educar con el ajedrez? ¿Se puede educar sin poner límites? ¿Se puede educar sin poner normas? ¿Se puede educar sin intentar superar esos límites, o sin respetar las normas? ¿Se puede educar sin competir? Y como muy bien José Manuel Gómez Alza ha dicho, competir no es ganar al otro (aunque eso es inevitable que ocurra por mucho que Biedma juegue contra las piezas "que mueve el otro"); competir es, o debe ser, superarse a sí mismo/a... Y, en esa carrera, respetar siempre al adversario (porque siempre lo hay)

    Una de mis metas (límites, competición) es que los niños y niñas sean felices (generalizando suena muy bonito...) Cuando se baja uno a la realidad, en muchísimas ocasiones, más de las deseadas, no lo consigo porque, no está en mí solucionar todos los conflictos que a diario veo a mi alrededor o me cuentan. Así que, muy probablemente, el "llorón de antes" se quede con el tortazo dado, porque el "peleón de turno" no tiene arreglo. La próxima vez que compitan a algo, que no sea a ver quién pega más fuerte, sino que sea enfrentados en un tablero de ajedrez. (Siempre y cuando no acaben tirándose las piezas uno al otro... como poco)

    Yo ya tengo alumnos que no se pelean para nada cuando juegan al ajedrez, como aquellos dos que, en el transcurso de una partida de ajedrez los veo que están jugando a "Piedra, papel, tijeras". Cuando me acerco y les recrimino que tenían que estar jugando al ajedrez, me contestan: "Maestro, es que no sabemos a quién le toca mover". Todo un logro. Fueron felices. Y me dieron una lección.

    ResponderEliminar
  4. Argumentar que “en la vida se gana y se pierde”, como justificación y fusta de acicate competitivo para los más jóvenes, es un acto de identificación de lo lúdico con lo vital como poco reduccionista, por no decir una imprudencia. Por otra parte, no tiene nada de novedoso, ya el propio Bobby Fischer dijo mucho antes de la creación de este blog aquella cosa tan bárbara de “CHESS IS LIFE”. Desde una perspectiva tan limitada y tan estrecha de miras es muy poquito lo que se le puede enseñar a un niño, y demasiado lo que se puede adulterar su naturaleza, a no ser que el objetivo sea convertirlos en adultos de esos de “se gana o se pierde”. Sería nefasto que nuestros tiernos infantes comiencen a hacerse idea de que en la vida solo cabe ganar o perder. Por otra parte los pocos que no cultiven esta idea disfrutarán de miles de matices más, por cada uno de los escaques que forman un tablero.
    Me contentaría con que algún niño escape a este modelaje tan falto de contenido (debemos recordar que los niños son el elemento más codiciado por las federaciones, los clubs, y por último a los monitores que les dan clases, debido a que a mayor suma de estos, mayores son las subvenciones, becas, viajes para todos a DisneyChess y un prestigio en la zona, con el que mantener la rueda en marcha). Se gane o se pierda, el ajedrez es un asunto inexplicable, una actividad humana singular, una especie de corriente que sucede entre dos personas que invisiblemente colaboran en tantos y tan distintos ámbitos y planos a la vez, que ni los mismos protagonistas alcanza a tener una visión objetiva de lo que ocurre, no pueden detenerse a registrarlo, solo pueden experimentarlo como algo único e infinitamente irrepetible. Tanto es así, que ni diez monitores a su alrededor podrían percatarse de nada de nada. Ahora eso sí, nueve de esos diez monitores estarían colegiadamente de acuerdo en cual jugador ganó y cual perdió la partida, de esos nueve, alguno con prurito técnico puede que aventurara explicaciones adornadas con largas cadenas de variantes trufadas de símbolos extraños, sobre todo el + y el - (la síntesis del se gana o se pierde), pero esperen, parece que el décimo monitor quiere aportar algo más, y cuando digo algo más, quiero decir algo distinto de eso de “ ganó fulano pero mengano jugó mejor”. Yo apostaría por un tipo así para la educación ajedrecística o no, de mis hijos. Apuesto por Biedma por que ha sabido muy bien entender, que el trasfondo de este debate no es otro que el de Sujeto frente a Objeto, y como esta nueva posmodernidad cientificista pretende subordinar el primero al segundo. También apuesto a que los monitores comprenderán perfectamente la importancia de todo esto, y pese a todo lo dicho, yo personalmente escogería siempre a cualquier monitor HUMANO, antes que un monitor de ordenador.
    Por último decir que en alguna ocasión he leído, no sin preocupación, que los dirigentes de este club tienen aspiraciones convertirlo en uno de los grandes. Espero que no sea exclusivamente a base de los resultados: estirarse tanto, y tanto empinarse puede acabar rompiendo muchos cuellos, corazones e ilusiones de lo pobres marineros que simplemente reman confiados en el buen juicio del capitán. Al final y al cabo los clubs, están compuestos por personas, que en realidad son como niños, y a los que les amenazan los mismos peligros que a estos: me gustaría recordarles que no deben quedarse con el resultado de una actuación como poso único de toda esa experiencia maravillosa que es el ajedrez. Si la excelencia nos acompaña bienvenida sea, pero también podemos crecer desde la diferencia.

    ResponderEliminar
  5. Lástima que palabras tan sabias, las que nos dedica Monstruo, se escondan tras ese pseudónimo.
    ¿A qué le tienes miedo?
    De verdad que en el club La Merced no nos comemos a nadie y somos respetuosos con todos y todas… independientemente de que compartamos o no sus pareceres u opiniones.

    Resulta, Monstruo, que creo que, es más fácil, mucho más fácil, escribir y opinar sin “dar la cara”.

    Las palabras están muy bien, y reflejan lo que somos cuando las pronunciamos; pero los hechos dicen mucho más de nosotros.

    ¡Mira!, para que te relajes, te voy a dejar aquí un regalo que a su vez me ha hecho un amigo:

    “Petrosian sabía detectar y alejar el peligro veinte jugadas antes de que este surgiera” Bobby Fischer.

    “El Ajedrez, como todas las demás cosas, puede aprenderse hasta un punto y no más allá. Lo demás depende de la naturaleza de la persona”. José Raúl Capablanca.

    “Gracias al Ajedrez muchos hemos conocido la alegría de la creación intelectual”. Tigran Petrosian.

    “Confía pero comprueba”. Tigran Petrosian.

    “En Ajedrez como en la vida, la gloria de hoy puede ser el veneno de mañana”.
    Mijail Botvinnik

    Y si alguien ha llegado tarde a esta historia y quiere saber dónde comenzó, léase la parte final de la "Entrada" que encontrará en este mismo blog bajo el título: “Nuevos Campeones y Campeonas en los Municipales de Ajedrez 2011”, publicada el lunes 7 de marzo de 2011.

    Espero, Monstruo, seguir contando con tus opiniones, te identifiques o no.

    ResponderEliminar
  6. Creo que monstruo lleva sus argumentos al extremo de expresar conclusiones muy negativas en este intercambio de opiniones, conclusiones que temo no están basadas en el conocimiento del trabajo real con los niños por parte de los monitores del club La Merced, sino, quizá, en la visión parcial que expresamos en este blog y que no puede abarcar la realidad completa de dicha actividad. De ahí que le invite a pasarse por las clases más de una vez por ver si realmente estamos educando a los niños en valores insolidarios, como viene a decir en su comentario.
    Personalmente creo que la importancia del resultado competitivo no tiene primacia frente al valor de la práctica del ajedrez en el desarrollo y la formación del ser humano, pero, siendo, como digo, un aspecto no prioritario, creo erróneo desdeñarla completamente, como si el resultado de una partida debiera dejarnos indiferentes.
    Además, quiero añadir otra reflexión. El profesor debe valorar el progreso del alumno y una de las formas, no la primera pero quizás una de las más objetivas, son sus resultados competitivos. Y creo que despreciar la importancia de esos resultados (vistos con una cierta continuidad y no en un torneo concreto), es restar valor al esfuerzo y a la dedicación de los alumnos, que también son valores positivos.
    Sobre posibles intereses espurios de los profesores, y las mezquindades y vanidades de los dirigentes, no creo que seamos un grupo humano peor que muchos otros de los que vertebran nuestra sociedad ni necesariamente peores que a la mayoría de seres humanos que prefieren hacer la guerra por su cuenta.

    ResponderEliminar
  7. A "Mostruo" me gustaría hacerles algunas preguntas:

    Si prefieres un monitor Humano para tus hijos, no sé como te identificas como Mostruo, alguien tan sociable debe preferir tener un nombre, no?

    Me gustaría que me indicarás dónde has leido, que los dirigentes del club, pretenden hacer del club, uno de los grandes.

    He podido leer en tu entrada que te permites realizar un juicio de valor sobre el funcionamiento del club y su dirigentes. Tú conoces el club?. Tú has pasado por la sede algún viernes donde están los niños aprendiendo?
    Por tus palabras creo rotundamente que no. En la proxima entrada me justaría que fueses más honesto y no hablaras a traves de juicios personales.

    ResponderEliminar
  8. Ante un debate tan fundamental por su contenido, y atractivo por los numerosos y apasionados comentarios, me parece necesario antes que nada felicitar a Enrique tanto por la brillantez con la que expone sus opiniones, como por el fondo humano que hay en las mismas, y congratularnos todos por participar en un club que permite y alcanza debates abiertos como éste, con respeto y franqueza.

    Mi opinión, que me habréis escuchado en más de una ocasión, es que el ajedrez, como otras actividades deportivas, culturales, ... debe servirnos a todos, y en especial a los chicos y chicas, para ser mejores personas, y por tanto debemos considerar al ajedrez como una herramienta, ... una gran herramienta por su utilidad para desarrollar en los jóvenes virtudes como el respeto al rival y el sentimiento de equipo, capacidades cognitivas como el cálculo lógico-matemático, la memoria o la visión espacial, y comportamientos como la concentración, la templanza o la reflexión. Por eso, en mis cursos para monitores, tengo como libro nº1 de la bibliografía el titulado "Educando desde el Ajedrez" de F. García (Edit. Paidotribo).

    Fomentar en exceso la competitividad no puede ayudar a este fin, y por tanto, en la línea que indica Enrique, debemos ser muy prudentes y evitar valorar a los chicos y chicas sólo por sus resultados. Más bien debemos valorar en ellos su capacidad de disfrutar aprendiendo, tal como indica María José, la de ser capaces de superarse a sí mismos, como anota José Manuel, y fomentar en ellos la capacidad de esforzarse para mejorar, pero no para ser "mejor que el rival" sino para ser "mejor de lo que yo era antes". Y cuando juegan, hacerles ver que no juegan "contra" su rival, sino contra el tablero y las piezas (como dice Enrique) y que el "rival" es en realidad el "compañero de juego" con el que conseguimos desentrañar los misterios del juego.

    Y desde luego, nada de hablar de "ganadores" y "perdedores". Más bien hablar de chico/as que se han esforzado más o menos y han progresado en consecuencia.

    La competición no es mala en sí, más bien es una herramienta útil, pues permite poner a prueba la destreza que uno va alcanzando y difundir nuestra afición, siempre que se considere como eso, una herramienta, mientras que el objetivo es progresar en el nivel de juego y que con ello crezcamos como personas.

    Por último, que los dirigentes del club intenten (dedicando mucho esfuerzo personal) que alcance "grandeza" y prestigio me parece adecuado, siempre que no sea para satisfacer la vanidad de nadie, sino para que el club sea, y creo que el nuestro lo es, un foro en el que los jóvenes, y también los menos jóvenes, nos desarrollemos como personas, con generosidad y respeto, enriqueciéndonos unos con otros.
    M.A.Muñoz

    ResponderEliminar
  9. ¡Vaya, M.A.! Has tardado en aparecer por aquí, pero casi, casi, lo has bordado, superándote a ti mismo y, sin duda, superando nuestros comentarios... Por eso seguramente hayas tardado en dar tu opinión, para jugar con todas las cartas en la mano (y algunas en la manga, tramposillo) y saber a qué atenerte tras los "movimientos" realizados por los otros "jugadores".

    El "casi" te lo adjudico por este párrafo que dejas como sentencia y que suena muy bien: "desde luego, nada de hablar de "ganadores" y "perdedores". Más bien hablar de chico/as que se han esforzado más o menos y han progresado en consecuencia"

    ¿Estaremos ante un político en ciernes?

    Las palabras son muy bonitas y pueden llegar a enmascarar hasta la más cruda realidad, pero no por eso la realidad deja de estar ahí y, cuando un jugador da jaque mate "gana", y cuando lo recibe, "pierde"... Y algo parecido debe decir el reglamente FADA, FIDE, etc. a la hora de repartir el punto de la partida a uno u otro jugador.

    ¿O dice esto otro?: Cuando un jugador "se ha esforzado más que otro" en el transcurso de una partida, gana; ¡perdón! recibe un punto; y el que "se ha esforzado menos", no puntúa. En el caso de que ambos jugadores se hayan esforzado lo mismo, (o nada) ambos recibirán medio punto.

    ¡Ea! Y salta el listillo de turno e interpreta la frase, y la ley, a su manera: ¿Pero cuando un jugador "recibe", "se le otorga" (… o llámalo como quieras) un punto, gana o no gana ese punto? Y si uno gana, ¿Es ganador? (of moment) Y viceversa.
    ...
    Pero vamos al grano y lo realmente importante al margen de tanta ¿literatura? barata:

    ¡Cómo no vamos a ser un club "grande" con los "pedazos" de personal que tenemos! Desde la cabeza, o la presidencia, en la persona de Diego Gómez Cerezo; hasta nuestro más jovencito jugador: Saúl Serrano Corral.

    Y si, además, algunos de nosotros supiéramos jugar al ajedrez, entonces sí que seríamos UN CLUB.

    Por lo que yo sé, si hay alguien en Huelva que sepa jugar al ajedrez, ese es nuestro amigo Carlos Barrero García; que acaba de proclamarse hace escasas horas, Campeón provincial.

    El niño que hay dentro de mi, dice:
    “Yo quiero ser como Carlos Barrero”.

    No lo conseguiré, pero los “otros niños y niñas del club La Merced”, van teniendo allanado el camino, para ser como nuestro Maestro Fide: Profeta en su tierra.

    Desde estas líneas, nuestro más sincero reconocimiento y felicitaciones para Carlos. (Ahora es cuando yo hago la ola, postrado de rodilla ante la imagen del santo ¿ganador?)
    ……
    No obstante, mirad y observad una cosa: este club y este blog, no son lo mismo sin las aportaciones de Monstruo.
    De verdad, te echo de menos.

    ResponderEliminar
  10. Me gustaría aportar mi granito de arena, pero no sin antes advertir que no utilizaré un lenguaje selecto, el lenguaje selecto que habéis utilizado vosotros y que me abruma.

    Hace unos ocho años empecé a jugar al ajedrez, en mi familia no hay tradición ajedrecística, simplemente vi un torneo de verano y decidí apuntarme a la escuela.

    Desde que cogí mi primer peón, a los ocho años, hasta ahora he tenido muchos exitos y derrotas. Pero eso no ha influído en absoluto en mi estado de ánimo a grandes rasgos, es decir, mi alegría o tristeza siempre ha estado condicionada por las personas, no por el ajedrez en sí.

    Vale, yo me he derrumbado al perder partidas, y he sentido el éxtasis de ganar torneos, premios y partidas. Yo personalmente me quedo con las conversaciones, los partidos de fútbol, los campeonatos de Andalucía, etc. Con esto, no quiero decir que no me guste ganar, que no me gusta ser laureado y tener el reconocimiento, por lo menos de la provincia, pero no es lo prioritario para mí, no necesito un ELO inmenso, ni un juego brillante. Yo creo que la competitividad es buena, de la competitividad nació el ajedrez de competición y de éste, los premios.

    A los niños hay que enseñarles a ganar y enseñarles a perder, una vez enseñado esto, unos se los tomarán mejor y otros peor, pero al final del día todos se lo habrán pasado bien en algún momento.

    Personalmente yo en un campeonato que he jugado previamente, busco no empeorar, si el año pasado hice 4 puntos, este año quiero hacer 4 mínimo, me da igual coger un premio, es más, si hiciera menos puntos y consiguiera premio, no estaría tan feliz que si fuese al revés.

    Por otro lado, es difícil no enseñar a ganar cuando estás tan inmerso en el ajedrez de competición, en mi club no tenemos una cantera tan amplia como la onubense, aunque yo estoy haciendo mis pinitos como monitor. Al enseñar al los más pequeños, especialmente a una chica de 7 añitos, veo en sus ojos la alegría y la ilusión por aprender, y veo que tiene un largo camino por delante, lo primero que le he dicho ha sido "Celia, si pierdes no llores" y veo que cada día mejora un poco más.

    ¿Qué quiero decir con esto? Muy fácil, el ganar tiene que estar presente en todos los niños, pero como bien dijeron por ahí, prioriza la victoria personal, antes que la victoria a otra persona.

    No sé si me habré desviado un poco del tema, sólo quería dar mi opinión.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  11. Je je je... Jairo... ¡Tú sí que sabes! ¡Y anda que no aportas nada con tus palabras! Y es que añades muchos factores de importancia:
    - Tu juventud y aportar el punto de vista de un joven ajedrecista... de la élite onubense.
    - Tu ya amplia experiencia como jugador en este mundillo.
    - Y hasta, y me vengo a enterar ahora con grata sorpresa, tu experiencia como Monitor de ajedrez.

    ¡Vamos! ¡Que eres una joya, Jairo!
    ...
    Y ¡Cómo no iba a ser así! Muestras una sensatez y madurez en tus palabras que te "hacen más grande aún"
    ...
    Ya sabes que hablo mucho... y escribo más... (por la boca muere el pez... pero yo debo tener 7 vidas como los gatos)
    ...
    Lo único triste que he leído en tu comentario es que tu actividad como Monitor se reduzca a "una niña", porque "hace falta cantidad, para tener o que surja calidad". Tu alumna, si no ve a otras niñas jugando con ella, corre el riesgo de abandonar... antes de lo que ocurriría de la otra forma.
    ...
    Pero, ¡enhorabuena, Jairo! por tus éxitos y por tu incursión como Monitor.
    ...
    Y, para terminar, manifestarte mi total acuerdo con tus afirmaciones al respecto de "ganar-perder", "enseñar a ganar-enseñar a perder"... ese creo que es el camino: Ayudar a los niños y niñas a conocerse a sí mismos y ayudarles a descubrir sus posibilidades.
    Un amigo.

    ResponderEliminar